Una quemadura térmica puede ocurrir cuando la piel entra en contacto con cualquier objeto caliente, como agua hirviendo, vapor, aceite de cocina caliente y/o fuego. Puede provocar quemaduras de 2º y 3º grado con graves secuelas estéticas y funcionales, y en algunos casos, al entrar en contacto con el fuego y otras fuentes de calor, pueden poner en riesgo la vida de la persona si la zona afectada es extensa y se ha inhalado humo, o si al transcurrir el tiempo el paciente se ve expuesto a una infección.
En la zona quemada se producen cambios como edema y coagulación intravascular con obstrucción completa de los capilares, lo que desencadena en una necrosis tisular, que consiste en la muerte celular de una porción del tejido. Cuando van transcurriendo las horas, posteriores a la quemadura, se ve como la lesión aumenta de tamaño y el edema agrava la microcirculación, produciendo un aumento en la hipoxia celular.